La famosa ballena protagonista de la mítica película Moby Dick es en realidad un cachalote (Physeter macrocephalus), un animal fascinante que, pese a su desproporcionado tamaño, es difícil de observar en libertad.
Viajamos con WWF a Canarias para conocer de primera mano los resultados
de su proyecto de estudio y conservación de esta especie tan poco
conocida.
El cachalote es el depredador más grande del mundo: los machos pueden llegar a medir nada menos que 18 metros y a pesar 60 toneladas, y las hembras alcanzan una longitud de 12 metros. Se comunican mediante ecolocalización, emitiendo sonidos que se pueden transmitir hasta 10 kilómetros de distancia y sirven para orientarse, encontrar comida y socializar con otros individuos. Además, estos cetáceos realizan inmersiones para buscar alimento que pueden durar dos horas, y alcanzan profundidades de uno o dos kilómetros.
Este gigante marino se encuentra presente en todos los océanos del mundo excepto en las zonas polares. En las aguas que rodean al archipiélago canario, profundas y ricas en alimento, encuentra una zona óptima para comer y reproducirse. De hecho, en Canarias se encuentran hembras con crías durante prácticamente todo el año.
Un animal vulnerable
El cachalote se encuentra clasificado como "especie vulnerable" por
la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Entre las principales amenazas que ponen en peligro a la población de
cachalotes en Canarias se encuentran la contaminación acústica, la presencia de plásticos a la deriva en el océano y las colisiones con los barcos que
transitan entre las islas del archipiélago. Según WWF, ocho de cada
diez cachalotes mueren tras un choque con dichas embarcaciones, si bien
los representantes de Fred Olsen, una de las principales navieras que
realizan este servicio, afirman no tener constancia de los mismos.
Para ampliar el conocimiento y obtener datos científicos sobre la situación del cachalote en el archipiélago canario, WWF, la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (SECAC) y Obra Social Caja Madrid han puesto en marcha un proyecto de estudio de la especie. El objetivo: buscar soluciones a las principales amenazas y concienciar a la población local de la importancia de la conservación de los cachalotes y de toda la diversidad de cetáceos del entorno de las Islas.
Estudio científico de los cachalotes
¿Cómo estudiar a un animal que pasa la mayor parte de su tiempo sumergido? Por desgracia, gran parte de la información sobre estos gigantes marinos se obtiene de los animales muertos
que aparecen varados en las costas. Cuando se encuentra un cachalote
varado, los científicos le practican una autopsia en la que se analiza,
entre otras cosas, el contenido estomacal, que aporta datos sobre la
dieta de estos cetáceos. Por ejemplo, en muchos cachalotes aparecen
picos de calamares gigantes,
que al ser de quitina no se digieren bien y se acumulan en el estómago.
De los animales varados también se extraen pequeños tacos de grasa en
los que se han encontrado, en numerosas ocasiones, restos de metales
pesados y polímeros de plástico procedentes de la contaminación marina.
Por
otro lado, el equipo científico de la SECAC realiza salidas periódicas
en barco para controlar las poblaciones de cetáceos. En su ruta tienen
establecidos transectos fijos a lo largo de los cuales anotan, no solo
los avistamientos de animales, sino también otros datos
como las condiciones meteorológicas y los barcos con los que se cruzan.
"Los avistamientos son ocasionales y muy rápidos, lo único que ves es
un animal que se está sumergiendo", explica Luis Suárez, responsable del
Programa de Biodiversidad de WWF. Por eso, cuando se avista un animal
es necesario trabajar rápido, apuntar su posición geográfica y tomar fotografías del individuo.
Estas imágenes pasan a formar parte de una base de datos muy útil para
el estudio de las poblaciones, ya que muchos animales presentan
diferencias en la aleta caudal, lo que permite identificarlos
individualmente. Así, fotografías de un mismo individuo tomadas en
diferentes lugares y momentos dan una idea de los desplazamientos de los
animales. "Comparando fotografías hemos encontrado individuos que a lo
largo del año suben varias veces de Canarias a las Azores, e incluso algunos ejemplares se han avistado en Noruega", explica Mónica Pérez, bióloga marina de la SECAC.
Los cachalotes pueden pasar hasta dos horas sumergidos bajo el agua. Para saber si un individuo está cerca del barco, los investigadores emplean unos aparatos denominados hidrófonos, que consisten en micrófonos sumergibles que registran los sonidos que emiten los cachalotes para localizar a sus presas a diferentes frecuencias. Una vez localizado el animal, el barco puede esperar, siempre a una distancia que no interfiera con la actividad del animal, a que este termine su inmersión y salga a la superficie para descomprimir.
Los cachalotes pueden pasar hasta dos horas sumergidos bajo el agua. Para saber si un individuo está cerca del barco, los investigadores emplean unos aparatos denominados hidrófonos, que consisten en micrófonos sumergibles que registran los sonidos que emiten los cachalotes para localizar a sus presas a diferentes frecuencias. Una vez localizado el animal, el barco puede esperar, siempre a una distancia que no interfiera con la actividad del animal, a que este termine su inmersión y salga a la superficie para descomprimir.
El estudio científico del cachalote aporta pistas
sobre las mejores soluciones para conservar esta especie. El equipo de
WWF propone el desarrollo de sistemas que detecten los animales y eviten
colisiones. En este sentido, Juan Ignacio Liaño Núñez, director de
flota de Fred Olsen, indica que ya se han realizado algunas pruebas:
"Estuvimos probando un sistema de sonar
durante un tiempo que no funcionó correctamente, especialmente por la
alta velocidad que originaba burbujeo y hacía inviable el correcto
funcionamiento del sistema". Otras soluciones apuntan hacia el desvío de las rutas de las embarcaciones de alta velocidad hacia áreas menos impactantes y la regulación del tráfico marítimo en
la zona. Aunque probablemente queda mucho diálogo y esfuerzo para
llegar a acuerdos que permitan la compatibilidad de las acciones humanas
con la conservación de los cachalotes, esperamos que en el futuro siga
siendo posible contar con su silenciosa presencia en las aguas de
nuestras costas.
Via muyinteresante.es
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