Internet y las redes sociales han explotado al máximo la era de la información.
Nunca en la historia de la humanidad había
existido tanta información, en forma tan frecuente y a través de una
cantidad tan grande de fuentes.
Y nunca había habido tantos receptores. Miles de millones de usuarios en todo el mundo consumiendo medios en diferentes idiomas.
Pero basta mirar de cerca la información que más
se comparte para descubrir que ésta no necesariamente es la más
exitosa, al menos en lo que a tráfico se refiere.
En BBC Mundo, por ejemplo, vemos las cifras
todos los días. Nueve de cada diez veces los artículos que fueron más
"populares" en las redes sociales (medidos por clics) no fueron los más
compartidos y viceversa.
Las redes sociales han facilitado el compartir
información con nuestros amigos o redes de influencia, pero curiosamente
esta teoría indica que una cosa es lo que leemos y otra la que
compartimos.
¿Por qué hacemos clic en un vínculo en Facebook o Twitter? ¿Por qué leemos cierta información?
La respuesta más sencilla es porque nos
interesa. Pero es un poco más complejo que eso. Hacemos clic porque
queremos saber algo que desconocemos.
También porque creemos que será útil o que nos beneficiará de alguna manera.
En resumen hacemos clic porque responde a una necesidad individual. Nos va a dar algo a nosotros.
¿Cuál es entonces la diferencia con compartir?
¿Por qué decidimos dar un retuit o compartir algo en Facebook o Google+?
Porque nos hace relevantes.
El distribuir cierta información puede hacernos más interesantes frente a los ojos de familiares o seguidores.
Un estudio de The New York Times, por ejemplo,
encontró que el 68% de usuarios en EE.UU. asegura que comparte
información para "definirse" frente a los demás y mostrar qué tipo de
información les interesa.
Poco más del 70% expresó que lo hace para
conectarse con personas que comparten sus intereses, el famoso
networking como se le llama en inglés.
La fórmula indica que en varias ocasiones la
gente comparte un artículo sin haberlo leído, sólo porque el titular o
sumario lo hacen verse más interesante.
Y no necesariamente comparte todo lo que lee por considerarlo íntimo o demasiado revelador de su conocimiento.
También, al compartir, entra en juego un
componente emocional. Se distribuye un vínculo porque es divertido o se
retuitea algo porque es cercano a nuestras pasiones (un equipo de
fútbol, una comida).
Pero más allá de lo interesante que puede
hacernos ver la información, los estudios también demuestran que
compartimos noticias cuando éstas ponen las cosas en contexto, cuando
nos explican el mundo.
Ante tanta neblina, el contexto ayuda a navegar.
Hace años leí un excelente libro de Luis Villoro
llamado "Creer, saber y conocer". En él -a riesgo de simplificarlo
demasiado- el autor distingue el creer (tener una idea sobre algo), del
saber (disponer de información sobre el tema) y del conocer (tener
autoridad sobre el tema). Para él los tres eran conceptos similares y a
la vez, muy diferentes.
Lo mismo ocurre en la era digital. Una cosa es
la que se lee, otra la que se visita y una más la que se comparte. Leer,
hacer clic y compartir es similar, pero muy diferente.
Via bbcmundo.com
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